Gonzalo Rojas (Lebu, 20 de diciembre de 1917 – Santiago de Chile, 25 de abril de 2011)
Poeta perteneciente a la llamada «Generación de 1938». Su obra se enmarca en la tradición continuadora de las vanguardias literarias latinoamericanas del siglo XX. Obtuvo numerosos reconocimientos a su obra, entre ellos, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 1992, el Premio Nacional de Literatura de Chile 1992 y fue y galardonado con el Premio Cervantes de Literatura 2003 que otorga la Real Academia Española de la Lengua para autores hispanoamericanos. Su poesía es una constante búsqueda de la emoción, el juego del lenguaje, la invención de las formas y una crítica a la expresión del hombre. Su trabajo poético asume la disciplina y la constancia en el quehacer literario para lograr una obra sólida y conceptual. Rojas es una figura insustituible en las letras hispanoamericanas.
Asma es amor
A Hilda, mi centaura
Más que por la A de amor estoy por la A
de asma, y me ahogo
de tu no aire, ábreme
alta mía única anclada ahí, no es bueno
el avión de palo en el que yaces con
vidrio y todo en esas tablas precipicias, adentro
de las que ya no estás, tu esbeltez
ya no está, tus grandes
pies hermosos, tu espinazo
de yegua de Faraón, y es tan difícil
este resuello, tú
me entiendes: asma
es amor.
Cítara mía, hermosa...
Cítara mía, hermosa
muchacha tantas veces gozada en mis festines
carnales y frutales, cantemos hoy para los ángeles,
toquemos para Dios este arrebato velocísimo,
desnudémonos ya, metámonos adentro
del beso más furioso,
porque el cielo nos mira y se complace
en nuestra libertad de animales desnudos.
Dame otra vez tu cuerpo, sus racimos oscuros para que de ellos mane
la luz, deja que muerda tus estrellas, tus nubes olorosas,
único cielo que conozco, permíteme
recorrerte y tocarte como un nuevo David todas la cuerdas,
para que el mismo Dios vaya con mi semilla
como un latido múltiple por tus venas preciosas
y te estalle en los pechos de mármol y destruya
tu armónica cintura, mi cítara, y te baje a la belleza
de la vida mortal.
Epitafio
Se dirá en el adiós que amé los pájaros salvajez, el aullido
Cerrado allí, tersa la tabla
De no morir, las flores:
Aquí yace
Gonzalo cuando el viento,
Y unas pobres mujeres lo lloraron